miércoles, 11 de marzo de 2009

La fundación de las escuelas bolivianas

La sociedad espera que las escuelas sean centros de formación de valores aparte de conocimientos, habilidades y destrezas; pero, es sabido que, desde su creación, muchas son el fruto de un "chanchullo", como se dice en las aulas, a un engaño.
Esta práctica tiene un nombre: "prestarse alumnos".

Veremos pues, las causas y los efectos de esta situación. Las causas se inscriben en un modelo de gestión gubernamental cuyos orígenes se remontan a la reforma educativa de 1955, que posibilitó la masiva creación de escuelas en áreas rurales y la existencia de "juntas escolares", personas que cumplían la obligación de ocuparse de la creación y mantenimiento de escuelas en las comunidades rurales y zonas urbanas de la periferia de las ciudades. Y por otro lado, a la imposibilidad de un estado pobre de atender las necesidades de todas las comunidades.

Así, antes de verse obligadas a enviar a sus hijos a la escuela de la comunidad o barrio vecino, construían una escuela propia; por lo general, el trámite iba paralelo a la construcción de un aula multiuso, (porque también sirve para las reuniones comunales). Luego los dirigentes solos o, a veces, acompañados por un maestro, iniciaban el trámite ante el Ministerio de Educación y paralelamente ante supervisores departamentales de educación, lo que ahora serían los SEDUCA (Servicio Departamental de Educación); y a veces hacían otro trámite solicitando ayuda para la construcción, entre ellas el extinto CONES (Consejo de edificaciones escolares), cuya función ahora la cumplen las alcaldías respecto a la infraestructura escolar. Los documentos que se presentaban incluía una lista más o menos larga de potenciales alumnos de la comunidad, pero presentados como "efectivos".

Una vez aceptado el trámite en las instancias del Ministerio de Educación, llegaba el momento de la visita de "inspección" por parte de las autoridades y después de la inauguración o fundación de manera oficial. Para estos eventos, aparte del festejo "cariño" a las autoridades, se incurría, en la práctica de "prestarse alumnos" y maestros de otras escuelas, con lo cual se creía satisfacer las exigencias sobre el número de alumnos, y así poder competir con otras comunidades, por ejemplo, por ítemes de docentes.

Se puede decir que la forma de administrar los recursos por parte del estado "a demanda" y los requisitos para la apertura de escuelas en las comunidades un poco alejadas o aisladas del resto, provocaban el engaño sobre el número de alumnos. Por el contrario, con las reformas de 1994 u 1995 se trató de evitar este tipo de actitudes con los conceptos de "derecho a la educación" y de "participación popular", instituyendo un modelo de gestión con instrumentos de planificación en cada municipio, pero al mismo tiempo, por razones de eficiencia y eficacia en el gasto público se trató de "racionalizar" la asignación de docentes (25-20 por grado, o escuela unidocente) como parte de las labores encomendadas a los directores distritales a fines del siglo pasado. Entonces, también se recurría a "prestarse" alumnos, pero de manera más permanente, presionando a cada comunario a poner un alumno, y se competía también por ser "escuela urbana"; o, en el núcleo escolar, ser "escuela central". Ahora, en las comunidades de zonas aisladas se acepta que una escuela funcione con 10 alumnos por docente (Normas generales 2009, Resolución Ministerial 001/09).

Entre los efectos, se puede señalar: la falta de una estadística educativa confiable, por ejemplo en 2006 el Instituto Nacional de Estadística informaba un acrescentamiento de la cobertura de matriculación de 65,29% a 70,28% entre 1999 y 2003, mientras que en 2008 se dijo que la cobertura del nivel primario, en lugar de avanzar cayó de 94,3% a 92,7% en seis años; la inadecuada asignación de ítemes de maestros. Por otra parte, hay construcciones prácticamente vacías de alumnos, "elefantes blancos", algunas de las cuales están en las cercanías de las ciudades. Hay otras escuelas donde faltan los documentos de su fundación o del nombre de la unidad educativa, porque los que hicieron los trámites no los entregan esperando una retribución -por su "hazaña"- de parte de los padres de familia.

Otro efecto de los "préstamos de alumnos" en la fundación de las unidades educativas es que la práctica perdura en las comunidades con más recursos, porque los padres de familia con mayores posibilidades económicas, pueden prestarse niños para inscribirlos en estas escuelas a cambio de proporcionarles alimentación, vivienda y útiles escolares. El resultado es una educación poco seria, donde el costo pagan los más pobres.

Programas como el RUDE, el Bono Juancito Pinto, los formularios estadísticos, han permitido realizar ajustes a la información estadística de las escuelas, por eso no es de extrañar que haya "bajado" la cobertura.

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